En el apogeo de su fama, Anna Kournikova era más que una simple tenista: era la mujer más famosa del mundo.
De hecho, durante gran parte de la década de 2000, la ruso-estadounidense fue una de las figuras más buscadas en Google, junto a Britney Spears, Angelina Jolie y Jennifer López.
Gran parte de esto se debió a la obsesión de los medios con su apariencia. Los periódicos y revistas publicaban nuevas fotos sin cesar y The Sun prometió en una ocasión incluir una imagen de la estrella del tenis todos los días de la semana.
Pero una carrera que atrajo tanta fama y atención fuera de la cancha, no se tradujo en éxito individual dentro de ella.
Algunos han afirmado que Kournikova priorizó su estilo de vida de celebridad, incluido el modelaje y las apariciones en televisión, por encima del tenis en sí. Sin embargo, otros se sienten más comprensivos con la ruso-estadounidense y citan sus múltiples lesiones como la razón de su decepcionante carrera.
Lo que está claro es que Kournikova era una tenista increíblemente talentosa en su mejor momento y parecía destinada a ser una campeona importante cuando irrumpió en la escena.
En 1995, Kournikova hizo su debut en el circuito WTA en Moscú, con tan solo 14 años. Dos años después, se convirtió en una sensación adolescente al llegar a las semifinales de Wimbledon, convirtiéndose en la segunda mujer en la Era Abierta, después de Chris Evert, en llegar a las semifinales en su debut.
En 2000, ya había entrado en el top 10 del mundo y parecía que su triunfo decisivo era solo cuestión de tiempo. En una época en la que leyendas del tenis como Martina Hingis, Monica Seles, Lindsey Davenport y Serena Williams eran nombres consagrados en el circuito, desafiar a estas figuras en lo más alto de la clasificación no era tarea fácil.
Aunque Kournikova llegó a alcanzar el octavo lugar en el mundo y permaneció entre las 15 mejores durante algún tiempo, el éxito en el torneo nunca se materializó.
Y así, después de sufrir una serie de lesiones en la espalda, se vio obligada a retirarse en 2003, sin haber ganado ningún título de la WTA y sin haber llegado nunca a una final individual importante.
Sin embargo, siguió dominando los titulares. Incluso en 2008, Kournikova era la deportista más buscada en Google, ya que los contratos de patrocinio seguían llegando en masa.
La estrella del tenis se convirtió en el rostro de los sujetadores deportivos, protagonizó películas de Hollywood y apareció en la portada de varias publicaciones.
Kournikova también inició una relación pública con el cantante español Enrique Iglesias, con quien ahora tiene tres hijos.
Una década después, queda claro que la familia ha tomado prioridad para el ex semifinalista de Wimbledon.
Quienes siguen su cuenta de Instagram, que cuenta con más de 1,7 millones de seguidores, sabrán que publica regularmente adorables instantáneas de sus hijos junto a ella e Iglesias.
En última instancia, aunque parece que finalmente ha escapado de la incesante atención de los medios, siempre será reconocida como una de las deportistas más emblemáticas de la historia.
Y desde el punto de vista del tenis, su legado duradero será el de ser la jugadora más famosa que nunca haya ganado un título individual de Grand Slam.