El popular cantante y uno de los mayores encantos de América Latina, Enrique Iglesias, no se lleva muy bien con su padre, el cantante Julio Iglesias, y las relaciones tensas salieron a la luz después de que él decidiera ceder su sustancial herencia a su padre.
El hombre de 47 años rechazó el legado de la leyenda de la música debido a la distancia y la ruptura que reina entre ellos desde hace años.
Aunque son padre e hijo y están considerados entre los más grandes artistas del mundo, la realidad es que el esfuerzo por acercarlos ha sido inútil. Hace muchos años que no tienen buena comunicación y ambos han tomado caminos separados.
Las verdaderas razones de esta relación padre-hijo no han sido aclaradas, pero muchos afirman que el problema radica en la gran competencia profesional que ha alejado a muchos de ellos.
Enrique ha dejado claro que no necesita la herencia de su padre, ya que junto a su esposa Anna Kournikova ha construido su imperio sin la ayuda de sus padres.
“La relación con su padre nunca ha sido de las mejores. Pasan años sin hablarse, ni siquiera por teléfono. Enrique cree que construyó su carrera sin su ayuda”, dijo a El Nacional una fuente cercana a la familia.
Por lo demás, la riqueza de Julio Iglesias se calcula en más de 800 millones de euros, y además de su éxito en la música, también ha conseguido esta riqueza como empresario.
Julio ha invertido mucho en el mercado inmobiliario de Punta Cana, en República Dominicana, siendo dueño de un tercio de los inmuebles y negocios de la zona, incluido el aeropuerto de la ciudad. Posee una propiedad de lujo en Marbella con más de 230 hectáreas de terreno, varias mansiones en Miami, una isla en Bahamas, un jet privado valorado en 45 millones de dólares, una cadena de restaurantes, una marca de vodka, una bodega de vinos de más de 30 millones de euros, vehículos de lujo (entre los que destacan dos Rolls Royce azules), incluso participaciones en una empresa de cosméticos.
Su legado es verdaderamente impresionante y obviamente la decisión de su hijo cantante de renunciar a su papel no fue fácil.
Julio, que a finales de septiembre cumplió 79 años, tiene ocho hijos de dos matrimonios, mientras que Enrique heredó 100 millones de euros, lo que se estima que es su fortuna.