Con el tiempo, César se convirtió en uno de los entrenadores de perros más reconocidos a nivel mundial, gracias a su programa “Dog Whisperer”, que transformó la relación entre los dueños y sus mascotas. Sin embargo, su vida personal sufrió un duro golpe con el divorcio de su esposa Ilusión en 2010, sumado a la trágica muerte de su perro Daddy, su compañero de más de dieciséis años. Este periodo marcó un descenso en su salud mental y emocional, llevándolo a una espiral de depresión y adicción.